Maestro tonelero: el arte de crear una barrica

No Tags | Tonelería Murua

Que la tonelería es todo un arte es algo innegable para quien haya presenciado el proceso de creación de una barrica. Como el buen sastre que confecciona cada detalle de un traje a medida, el maestro tonelero deberá encajar cada pieza para adecuarse a las necesidades de su portador.

 

El oficio de tonelero va parejo al nacimiento de las primeras barricas, hace más de dos mil años. Un trabajo milenario cuyo saber hacer y herramientas han ido pasando de generación en generación, de padres a hijos, formando parte de ese patrimonio inmaterial que atesora el ser humano. Una sabiduría que se transmite y adquiere trabajando.

 

Se necesita paciencia, pasión y habilidad para aprender el oficio. Nuestro fundador, Justo Murúa, lo hizo de la mano del maestro tonelero francés Jean Pineau a finales del siglo XIX, siendo casi un niño, en el taller de tonelería de bodega Marqués de Riscal. Desde 1898, y ya en su propia tonelería de Logroño, él mismo se convirtió en maestro de posteriores generaciones, convirtiéndola en la más importante de La Rioja y en una de las primeras industrias toneleras de Europa.

 

En Tonelería Murúa, el aprendizaje para convertirse en un buen tonelero es todo un arte en el que se invierte nada menos que cinco años. Porque, para llegar a ser maestro tonelero, se ha de pasar por todas las fases de elaboración que permita un manejo completo del proceso. Durante ese tiempo, los aprendices van conociendo los detalles del oficio en cada una de sus fases para, posteriormente, colocarse en aquella más adecuada a sus aptitudes o en la que sea más necesario.

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Aunque en la actualidad la tecnología ha hecho su aparición en algunos de los procesos, la tonelería sigue siendo un trabajo artesanal que ha sobrevivido al paso de los siglos. De esa mezcla entre tradición y tecnología nace cada barrica de Murúa, un testimonio vivo de la experiencia de generaciones que va evolucionando en base a los resultados de las investigaciones desarrolladas con universidades y asociaciones de enólogos.

 

El trabajo de los toneleros requiere destreza, fuerza y técnica. Solo así, se evitarán las posibles fugas y tener que repetir todo el proceso.

 

Un proceso que comienza tras haber finalizado el secado de la madera, que en Tonelería Murúa puede prolongarse una media de 24 meses en el caso del roble americano o 36, en el francés.

 

Una vez secada la madera, llega el momento de entrar en la tonelería para comenzar el formado de la barrica. Se inicia con el cortado de las duelas a diferentes anchuras, su cepillado y selección por tamaños. Con la ayuda de un aro metálico, o cello, el tonelero irá montando duela a duela el cuerpo de la barrica y desechando las que no le parezcan apropiadas. Un trabajo completamente manual que requiere de mucha precisión y, efectivamente, “ojo de buen cubero”.

 

Colocado el cuerpo, la madera se humedece con vapor para moldearla sin que se parta. Para este domado, el cubero se ayuda de una sirga que le permite ceñir las duelas e ir creando la barrica con su característica forma redondeada y que el ensamblaje sea perfecto.

 

Una vez que la barrica está ya montada y fijada con nuevos cellos, llega otro momento crucial: el tostado interior, que siempre se realizará con fuego de madera del mismo roble. El nivel de tostado dependerá de las peticiones de cada bodega: ligero, medio, intenso…

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Finalizado el tostado, cuyos tiempos pueden oscilar entre media hora y tres horas, la barrica se someterá a controles para comprobar que no existen fallos. Tras esta criba, el trabajo todavía no ha terminado, es momento de fondar, es decir, de colocar los fondos o tapas. Normalmente, el fondo está formado por siete tablas, cada una con su propio nombre, pero a veces puede formarse de nueve, e incluso más. Las tablas están unidas mediante unas puntas dobles, con una lámina de anea en dicha unión que asegura la estanqueidad. El argallo es la hendidura que hace posible la unión entre las duelas y el fondo.

 

El último elemento de la barrica sería el tapón, que puede estar hecho de la propia madera de roble o de silicona alimentaria.

 

En Tonelería Murúa cada barrica es única. No es un eslogan o una frase hecha, sino el resultado de fabricarse bajo pedido, a demanda de la bodega y el vino al que va a criar.

 

La cuarta generación ahora al frente ha sabido crear un proyecto sostenible y productivo que busca la calidad y la mejora continua en los procesos y en el producto final. Hace apenas un año se estrenaron las nuevas instalaciones en Navarrete: una fábrica funcional y productiva que mejora todos los procesos, pero mantiene el método tradicional y artesano que siempre conlleva hacer una buena barrica… a ojo de buen cubero.

NOS ENCONTRARÁS EN NUESTRA NUEVA DIRECCIÓN DE TONELERÍA MURÚA: AVDA LENTISCARES 35, 26370 NAVARRETE, LA RIOJA.